Copérnico, Galileo, Kepler, Descartes, Boyle, Newton… esta enumeración es una muestra de la enorme lista de nombres que habría que detallar para nombrar a todos los que fueron aunque no están. Bien es verdad que estos son los sobresalientes, los mayores exponentes (alguna ausencia sí que hay), pero el cambio de mentalidad tuvo que ser generalizado tuvo que soportarse en sustrato general de mentes brillantes o casi brillantes y una evolución anterior que cuajó.
A. Rupert Hall escribió The revolution in science 1500-1750 que es la versión original del grueso volumen traducido que manejo. Una obra de madurez de un profesor de historia de la ciencia, formado en la escuela de los grandes, Koyré, Butterfield, Singer…
El movimiento, comprender el movimiento, la nueva ciencia del movimiento. Mirar el mundo a través del movimiento. Llegar a entender el movimiento para saber quiénes somos, qué somos. Esa pregunta sigue sin respuesta. Asintóticamente nos vamos acercando a ella, pero no la encontramos.
Catorce sustanciosos capítulos, 549 páginas de pensar cómo se empezó a construir la nueva ciencia, la ciencia que prosperando paso a paso llegó hasta el siglo xx.
[…] el centro del escenario de la revolución científica lo ocupaban las ciencias físicas y el drama que representó giraba en torno al problema de la matematización de las mismas […]
[…] más bien abogaba por la importancia especial de las corrientes que condujeron hasta Newton y por ende hasta Maxwell, Planck y Einstein. Sin duda Einstein era consciente de su descendencia intelectual directa de Galileo, conciencia que, evidentemente, no compartían (pongamos por caso) Crick y Watson en relación con Harvey. El diálogo sobre cuestiones de espacio y tiempo entre el siglo xvii y finales del siglo xx* es posible, y de hecho, casi cabría decir que normal; pero un diálogo parecido sobre la vida y los procesos vitales parece virtualmente impensable. Las condiciones del actual debate en torno a la vida no se establecieron hasta el siglo xix. […]
Estas reflexiones no quizá por sabidas por algunos hay que dejarlas caer en saco roto, pues aún se pueden considerar fuente de conocimiento, y de ideas. Valgan estos párrafos presentados como acicate para animar al lector a un acercamiento en profundidad a esta interesante obra historiográfica.
Sobre la influencia del perfeccionamiento de la técnica y su desarrollo podemos encontrar argumentos apasionantes
[…] Ni siquiera el perfeccionamiento de la observación, iniciado en anatomía por Vesalio y sus contemporáneos y en astronomía por Tycho Brahe, significaba algo más que la extensión natural y la aplicación escrupulosa de métodos conocidos. Como los aparatos e instrumentos que existían a la sazón eran toscos y limitados, faltaban los medios para conocer nuevas clases de fenómenos […]
[…] el problema cartesiano de la fuerza centrífuga […]
Editorial Crítica, Barcelona, 1985
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* cabría decir a principios del siglo xxi
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